Emanas del intersticio de la puerta
y avanzas lentamente,
escurriéndote dentro de los dinteles
dispersos en el ámbito.
El eco de tu pisada
se hace melodía
a través del aire,
quien le anuncia
a mis oídos
que llegaste.
Ansiosa espero
el intervalo del tempo
en que nuestros labios
unidos permanezcan
sellando así
tu bienvenida.
Era que yo te esperaba…
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