Seguí gritando,
hasta que el ultimo grito
brotaba cansado de mi garganta
y apenas era audible
por mis propios oídos,
quien se sabían ya de memoria
lo que mi voz gritaba: Te amo!
Mis manos inquietas
ceden la cansancio
de tanto dibujar en el aire,
trazos que formaban dos palabras:
Te amo.
Cuanto aire escapaba ansioso
de mis labios y escribe silabas
en el espacio,
que leídas dicen: te amo!
Cuantos trinos de pájaros
arrullan el ambiente
y su queda melodía
me recuerda que: te amo!
Cuantas veces mi piel dormida
gritaba en silencio,
entre la gente,
que te amo!...
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