Ahogar los gritos
en una garganta seca;
derrumbar las paredes
del espacio abierto;
gritar con fuerza
los silencios profundos;
naufragar la nave
en el suelo desierto;
llorar con rabia
la alegría inefable;
decir ambigüedades
con mudo silencio;
susurrar frases
a piedras estériles;
sentir calor y
tiritar de frio.
Aquí estoy.
Cerrando los ojos
y observando desde adentro
los minúsculos granos
en que se convirtieron
las piedras;
oyendo los gritos
y lamentos
que brotan
de las gargantas secas;
sintiendo la soledad
del silencio,
tan callado,
tan sumiso…
Hurgo más allá
y veo metales
aplastando tierra
y flores sintéticas
llenando espacios
de esa misma tierra.
Mas allá aún
se advierte la presencia
de los que fueron
y ya no son…
de los que han sido
y ya no serán…
La noche,
se hizo dia
más rápido: fuego.
Rodean el circulo
llamas multicolores,
caen las ultimas paredes
del espacio abierto;
el ámbito interrunpido
clama el reinicio,
nuevamente el principio
de lo que ya fue.
Sigo viendo
intrínsecamente
mas detalles
de la devastación.
Reaparecen
algunos gestos
y palabras
que no sucumbieron
al fuego;
lo demás son
balbuceos e incoherencias.
Sigue el dilema:
la esfera tiembla.
¿Quién sabe, si acaso
no es la resurrección
de los brontosaurios,
ó acaso el emerger
del otro continente?
He despertado.
Supongo que tuve una pesadilla.
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