Han pasado cuarenta y dos años desde que Lucila escribió el primer poema de esta colección. En 4 décadas han acabado guerras y comenzado otras tantas. Han ocurrido tragedias y se han perdido vidas inocentes. Han cambiado gobiernos y otros se han quedado más tiempo del que deberían. La vida pasa como un tren y la poesía se queda esperando en el andén, el siguiente vagón. Los pasajeros se mueven por la ciudad. Caminan las calles y sonríen a la adversidad mientras la poesía se queda con la mirada fija en la cima de una rama viendo como dos pájaros se limpian sus alas para echar un nuevo vuelo. Reunir las palabras necesarias para revivir aquel momento de tristeza que inundo la casa requiere de fuerza de voluntad y un alma indomable. También se requiere para inmortalizar los momentos de alegría o alguna confesión de amor eterno. La poesía es un arte que depende del valor que les otorguen a las palabras. La poeta deja sus lagrimas en el papel. Somos responsables de que pasen décadas y en unas nuevas hojas de papel se escriban las mismas palabras y puedan conseguir sobrevivir una década más. El resto, es poesía. Parece que fuese un libro diferente al leer poemas que antes no comprendía. Mas sensible. Mas doloroso. Pero siempre, sublime. Una vida siempre será un recuerdo y los poemas serán momentos que perdurarán mientras sigamos cuidando el legado del amor, la libertad y la nostalgia. Lucila De Franca escribe con el corazón y la conciencia a flor de piel. Nosotros le agradecemos.
José Nobrega De Franca
Pamplona, abril 2022.
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